martes, 8 de marzo de 2016

El rock and roll es una fiesta con The Fleshtones


Esta es una de las crónicas más fáciles y a la vez más dificiles que haya tenido que escribir. Fácil porque creo que con el título llega para contar lo que fue una noche con ellos, y dificil porque si quieres entrar en detalles sobre lo ocurrido te es imposible recordarlos todos, pues el estado de exaltación en el que te hacen entrar te desvía de cualquier otro rasgo o detalle técnico, pues todo lo de mas acaba por parecer una nimiedad. Su intención lleva siendo desde 1976 divertir a la gente, y sin ser una banda de virtuosos, consiguen su objetivo dejándote además un sabor a rock garagero que te dura una larga temporada en el paladar.

Su puesta en escena es genial y desde el inicio sabes que vas a ver espectáculo. Sin nadie sobre el escenario comienza a sonar la guitarra, y unos segundos después salen todos excepto Peter, que ataviado con una capa, como si del mismisimo conde Dracula se tratase, aparece poco después para comenzar el show que no parará ni bajará de revoluciones hasta que él caiga exhausto.














Mentiría si dijese que recuerdo todo el set list, tienen una discografía tan amplia que recordar todo lo que tocaron está fuera de mi alcance, pero temas como "Let's Go", "Available", "I Was a Teenage Zombie" o el "Sha la la la" en el que Peter acabó cantando por toda la sala, fuera de ella e incluso encima de la barra fueron cayendo ante la locura total de una Salason que había colgado el cartel de "Sold Out" bastante antes del comienzo del concierto.

Entre giros de toda la banda sobre el escenario (y el público abajo), los soberbios y espectaculares saltos de Keith para bajarse de la silla sobre la cual tocó la guitarra en varias ocasiones, y los múltiples cambios de ubicación sobre el escenario según quien cantase el tema... ¡era imposible no volverse loco contemplandolos!

Finalmente la locura continua que se vivió acabó con Peter sobrevolando toda la sala, aupado por la gente, con la capa puesta como si el conde se hubiese trasformado definitivamente en vampiro, eso si, con un aterrizaje un tanto forzoso sobre el escenario.














De verdad que no se exactamente que edad tendrán, supongo que pasarán de los sesenta perfectamente... ¡pero por Dios que lección de actitud sobre un escenario! Como decía alguien que sabe más que yo de esto, el rock se inventó para divertirse, y estos señores tras cuarenta años sobre los escenarios de todo el mundo siguen consiguiéndolo. Tocarán mejor o peor... ¡pero cuanto tienen que aprender muchas bandas jovenes de ellos!

Salúd y ¡Rock & Soul & Things!



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